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domingo, 20 de febrero de 2011

Sonreír y asentir. Sonreír y asentir.

No había mejores palabras que aquellas que volaban por su cabeza. Aquellas que atravesaban a la velocidad de los destellos. Todos aquellos pensamientos que se hacían un nudo incoherente y mal formado, todos aquellos eran mejores que cualquier folio sucio de lágrimas y manchado con tinta azul; formando una caligrafía perfecta para muchos, pero tremendamente imperfecta para ella.


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