Sin darme cuenta te cruzaste entre mis palabras. Irrumpiste en mis tardes aburridas. Empecé a moverme en tus direcciones. Buscando continuamente algo coherente sobre lo que pisar. Llegaste tarde, como siempre. Pero yo empecé a extrañarte. Y tú le cogiste el gusto a llamarme. A buscarme. A intentar aguantarme. Coincidimos en nuestra nueva idea de casualidades planeadas.
Y créeme, bienvenido.
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