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domingo, 30 de enero de 2011

Creo que tiene un lio con otro , sale por las noches

El consumo de chocolate se redujo un 80% en los últimos meses. Y es que, ya no caigo rendida ante las tentaciones del tercer cajón. Donde guardo todo lo delicioso y que engorda.  Estoy segura de que allí también están los besos que no di. Los que se quedaron  a las puertas. Los que no tuvieron el valor suficiente. O los que esperaron y nunca supieron cuando dejar de hacerlo. Estos no creo que engorden, pero matan, eso fijo.
Y miro de reojo aquello que engorda o mata del tercer cajón, y me pregunto si debería tirarlos por el hueco de la escalera, sin importar el lugar donde cayeran y perderlos de vista de una vez por todas. Regalarlos sin ton ni son, sin orden ni concierto y agotarlos a la de tres; pasándomelo pipa pero eso sí, reduciéndolos al mínimo valor. O continuar guardando, rellenando huecos con estúpidas escusas que no se sostienen; manteniéndolo en equilibrio a duras penas hasta volver a encontrarme con mi típico momento indicado.




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