Qué decir cuando ya está todo dicho. Y qué decir cuando todo lo que quisiste decir y no dijiste se te ha olvidado. No queremos darnos cuenta de lo fácil que es hablar. De la simplicidad de abrir la boca y balbucear dos bobadas. Lo hacemos todos, durante todo el día. ¿Dónde está el mérito? Sobrevaloramos las palabras. Mentimos constantemente. Nos mienten a todas horas. Pero seguimos confiando, creyendo y escuchando. Sin embargo, nuestra forma de actuar nos delata. Esa siempre muestra la cruda realidad. Si una risa se corta de golpe, es falsa. Si la mirada se asusta y se esconde en otro punto, si el parpadeo es constante, no estamos siendo sinceros.
Nadie quiere darse cuenta.
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