Escúchame, no tengo ganas de gritar. Empiezo a pensar que se me fue de las manos. Pasé de hacer tonterías a cometer locuras. Y eso no era lo peor. Que va. Estuve dando brincos por aquí, por allí, con la panorámica reducida. Con la mente retorcida pero siempre girando en círculos perfectos. Y a estas alturas todos sabemos que la perfección es una palabra de puro marketing. ¿Sabes de estas veces que te empeñas en creer algo? Y todo lo demás es mentira. Todo lo demás está mal. Que nadie se atreva a cambiarte de opinión porque están equivocados. Que nadie intente convencerte de lo contrario. Qué difícil es sacar una idea de la cabeza. Te va comiendo y ya no hay manera de salir. Solo una: darte de morros. Y toda tu película montada se resume en diapositivas mal interpretadas. Y te das cuenta de que hiciste una montaña de un granito de arena. Lo que pareció luz cegadora, era una pequeña vela. Y lo que creíste huella, era un simple reflejo de tus pies.
Ever yours.
Ever mine.
Ever our.
Ever mine.
Ever our.
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