Seguidores

martes, 8 de marzo de 2011

Una vez dijiste...


Quédate un rato más.
Verás,  no dejo de pensarlo. Me miraste con un cariño que nadie habría sabido. Saliste por la puerta y diste tal  portazo, que me retumbaron hasta las pestañas.
Sé que tenías miedo. Incluso más que yo.  Ese miedo que aparece cuando creemos ser felices. Siempre pasa: nos sentimos bien y nos asustamos. Tú le tenías auténtico pánico a las despedidas. A mí me horrorizaba no saber administrar mi confianza. 

Quédate un rato más.
Verás, no dejo de pensarlo. No es fácil dejarlo todo atrás. No pretendas deshacerte de tu pasado. Tu pasado eres tú. Pero tampoco intentes mezclarlo con el presente, nunca funciona.
Sé que intentaste volver a entrar, después de ese portazo. Sé que te quedaste delante de la puerta sin atreverte a nada. Sé que al final todo te lo impidió ese miedo a ser feliz y esos recuerdos que alimentan tu pánico a las despedidas, mi pánico a no saber administrar mi confianza.

Quédate un rato más.
¿No estás cansada de escuchar lo sientos que no se sienten y disculpas que realmente nunca perdonarías? Quizá ahora te apetezca más que te manden a freír espárragos.

Quédate un rato más.  Conmigo. Mientras el Sol toma su decisión más acertada y desaparece.
Mientras la mayor protagonista de nuestras noches vuelve. Brillando como nunca antes lo había hecho; redonda como nunca antes lo había estado y grande como nunca antes la habíamos visto.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario